La complejidad del mundo en la actualidad requiere empresas que pongan en el centro a las personas, ya sean clientes o empleados, y crecer junto a ellas. Hay organizaciones y líderes capaces de conseguir el éxito mejorando a los demás, gestionando el talento con respeto y empatía. El “nuevo management” propone humanizar las dinámicas laborales, pero darle su verdadero papel a la tecnología, con el fin de que las empresas consigan sus objetivos y la sociedad tenga bienestar. En este libro, Xavier Marcet, consultor en estrategia, innovación y emprendimiento corporativo, plantea la importancia de poner en el centro a las personas y crecer en comunidad.
La transformación de la vida humana requiere la construcción de empresas donde se crezca en comunidad, junto a las personas, lograr las metas en equipo, con una estrategia basada en valores humanos. Los mejores líderes son aquellos que consiguen sus objetivos mejorando las capacidades de las personas que los acompañan. Las buenas empresas crecen haciendo crecer a quienes las integran. El “nuevo management” propone humanizar las dinámicas organizacionales, donde haya equilibrio de responsabilidades, empatía, buen ambiente y respeto entre clientes, empleados, accionistas y la sociedad en general. Una empresa construye una comunidad cuando hace una simbiosis entre los objetivos económicos, mejora a la sociedad y pone en el centro a las personas.
“Una empresa es un ecosistema complejo y frágil. Las empresas no son simplemente un lugar donde ir a trabajar. No son solamente una cadencia de vender-producir- cobrar. No todas, pero algunas empresas son mucho más que eso. Hay empresas que se reconocen en un porqué, en un propósito que va más allá de una cuenta de resultados”.
Una empresa con consistencia convierte a sus oficinas en lugares de trabajo sanos, donde cada quien es capaz de desplegar su talento y se compromete y se esfuerza por conseguir las metas. Son empresas que integran el talento humano y la inteligencia artificial, haciendo más eficiente el trabajo. Una “empresa consistente” pone en el centro a las personas, ya sean clientes o trabajadores, actúa en el presente proyectándose hacia el futuro y se adapta a las nuevas dinámicas económicas y sociales, apelando a la innovación, poniendo su parte para tener mejores sociedades. Algunas de las características de una “empresa consistente” son:
• Liquidez – Toda organización necesita respirar para poder funcionar. También requiere contar con los recursos suficientes para alcanzar los resultados esperados.
• Crecimiento con los clientes – Una empresa debe evolucionar, cambiar, adaptarse a lo que solicitan quienes compran un producto o servicio.
• Capacidades y oportunidades – Es vital desarrollar las capacidades con las cuales puedan aprovecharse las oportunidades para que una empresa funcione.
• Aprendizaje – Aprender no es solo adquirir nuevas habilidades y conocimientos; también implica saber identificar y trascender tanto la información como las rutinas obsoletas.
• Agilidad – La estrategia de una empresa debe ser rápida, sin estructuras tradicionales, con menos jerarquías y no actuar de manera inercial.
• Comunidad – Se debe apostar por el talento, por las personas comprometidas, por crear espacios de trabajo donde la calidad humana motive a pertenecer a una empresa.
• Liderazgos – Los líderes consistentes combinan humildad, motivan a sus trabajadores y sirven a los demás.
• Valor corporativo y valor social – No puede haber empresas exitosas con sociedades en crisis, porque las organizaciones serán más rentables si existen sociedades más sanas.
La consistencia organizacional implica construir una cultura que priorice el presente y se enfoque en el futuro, que valore los éxitos y evalúe los fracasos. Se sostiene en plataformas estables que crean nuevas oportunidades para seguir funcionando. Estas empresas cambian e innovan y se comprometen con sus clientes, con sus proveedores, con sus trabajadores. Una empresa de este tipo es capaz de resolver o cambiar problemas sin crear otros y funciona con valores y propósitos fijos, donde las personas ocupan el lugar central y hay más estrategia y acción y menos planificación. Se trata de empresas donde surgen relaciones auténticas entre personas, los clientes son el eje principal y los líderes se dedican a servir. Son comunidades que duran, que enfrentan éxitos y fracasos, adaptadas a los tiempos de bonanza y de adversidades; donde las personas cuentan, toman decisiones, crean valor corporativo y ayudan a la sociedad.
Una empresa consigue sus metas gracias a quienes la integran. Por ello, cualquier estrategia organizacional debe basarse en las personas, en quienes tienen el talento y las habilidades para materializar una idea o
un proyecto. Las empresas eficientes son aquellas que invierten en las personas, crecen a la par de sus trabajadores, inspiran y ofrecen oportunidades para que los demás hagan lo que saben hacer, aquello para lo que se les contrató. El éxito de cualquier organización no puede desligarse de las capacidades de quienes deben hacerlo realidad. Lograr un objetivo depende de quienes lo moldean, lo concretan y lo materializan. Una empresa tiene que apelar a ser una comunidad de personas que trabajan en busca de una meta.
“La diferencia entre una empresa genuina y una estructura de negocio está en el valor que se otorga a las personas. En una, las personas son la base de los proyectos futuros; en la otra, las personas son un coste. Todas necesitan dar resultados para subsistir,
pero la forma de encarar el futuro no tiene nada que ver. La empresa genuina busca la perdurabilidad de la comunidad manteniendo una competitividad de largo recorrido que tiene como hilo conductor a las personas”.
Los trabajadores no son recursos humanos indiferenciados que solo cumplen con una función. Son personas con diferentes intereses, talentos y planes que pueden integrar una comunidad. La diversidad dentro de las empresas es un pilar para la competitividad y la innovación. Poner en el centro a las personas implica tomar en cuenta sus habilidades, sus capacidades, sus actitudes, su forma de trabajar y la manera en que se adaptan al éxito y al fracaso. Un jefe debe motivar a las personas a su cargo e invitarlas a desaprender lo que ya no necesitan, debe enseñarles a adaptarse actuando en el hoy y pendientes del futuro.
La estrategia de innovación de cualquier empresa no es caer en el “benchmarking” ni copiar y hacer réplicas de lo que otras empresas ya hicieron. Las estrategias son para diferenciarse del resto, para tener una identidad propia, aspiraciones y gente con sus propias maneras de pensar y trabajar. Innovar tiene que ver con construir desde una cultura particular, una forma de vida, valores y objetivos propios de cada empresa y persona. Innovar no tiene que ver con competir y reproducir dinámicas de maltrato y enfrentamiento contra otras empresas. La sociedad es un ecosistema de empresas, de organizaciones, de personas, y si a una de las partes le va mal, los demás sufrirán las consecuencias.
La principal labor de un líder es encaminar la energía del equipo de trabajo hacia los sitios donde se necesita. Los nuevos tiempos requieren de jefes que orienten a las personas, que definan los objetivos y detallen las prioridades. Su consistencia se basa en estimular el cambio y la capacidad de adaptación de las personas y de la misma organización. Un “líder consistente” es aquel que tiene claro que las personas son la estrategia y se construirán futuros que valdrán la pena en lo individual y lo colectivo.
“Los buenos jefes son esos que crean perímetros naturales donde las reglas básicas son el respeto y el aprendizaje. El respeto más allá de las jerarquías y el aprendizaje como sustento de relaciones cotidianas. De hecho, respetamos a los jefes de los que aprendemos”.
Son nuevos tiempos llenos de complejidad, tiempos en los que liderar requiere saber comunicar, ofrecer confianza a los demás desde la humildad y lo auténtico, servir a las comunidades y orientar sobre cómo se realizan las cosas. Este tipo de líder construye círculos de confianza, inspira a la gente a que desplieguen
su talento para conseguir una meta, inspiran desde el empoderamiento de los otros. Es un líder humilde, comprometido con los objetivos de la empresa y la sociedad y generoso en el arte de enseñar desde el respeto y la autonomía. Un líder consistente jamás desmotiva y gestiona el conflicto del talento y el no talento, porque se crece en comunidad, junto a los otros. Un buen líder regula la presión organizacional, el sistema de recompensas y las exigencias y responsabilidades requeridas. Un líder habla a diario con los trabajadores, detalla los propósitos y las visiones, practica la compasión y la empatía, toma decisiones claves en momentos de crisis y sintetiza los datos para pensar y crear oportunidades.
La cultura empresarial es la manera en que las personas actúan en la oficina y cómo se relacionan entre ellas, con los clientes y los proveedores. Una cultura eficiente es aquella donde se reconoce el trabajo de los demás, se les respeta y crecen haciendo crecer a todos. Cuando una empresa crece tiene en cuenta que las cosas cambian, que los procesos se vuelven complejos, que se necesitan líderes que mejoren el talento de las personas y motiven a los no talentosos para tener mejores rendimientos. Una empresa que carece de respuestas ágiles, colaboración interna y externa y diversidad de talento, tiende al fracaso. Por ello, la necesidad de estar pendiente del cliente, ejecutar más y pensar menos e innovar.
El éxito empresarial ya no está en las burocracias, en la arrogancia, en el ego de los líderes. Eso mata empresas. Tener una empresa y aprender a liderarla es no detenerse, no cansarse de la organización ni de sí mismo, no bajar los brazos ni perder el ánimo ante los tiempos críticos. Es mantener los valores y la fuerza fundacional para adaptarse a las transformaciones. Una cultura empresarial exitosa se sustenta en la innovación, en no agotarse, en estar al tanto de cada cambio y pendiente de las personas.
La importancia de la innovación radica en los resultados que se traducen en un incremento de ingresos y beneficios empresariales. La innovación es un pilar del management, puesto que es una herramienta para enfrentar tiempos disruptivos o críticos. Innovar implica aumentar el valor de una empresa, en fidelizar y atraer clientes y busca fomentar una cultura adaptable a los cambios y los riesgos. Una empresa innovadora, que no se estanca en burocracias y silos, prepara a sus trabajadores para que desarrollen las capacidades para aprovechar las oportunidades. Alguien que innova explora mercados, observa modelos de negocios, escucha a sus trabajadores y clientes.
“La innovación no consiste en describir detalladamente oportunidades, consiste en explorar, probar, fracasar, aprender del fracaso y acertar. Una empresa con capacidades dinámicas es aquella que mientras explota los negocios inerciales crea nuevas oportunidades”.
Cuando una medida innovadora no logra los objetivos puede deberse a que este proceso se ha banalizado, a que ya no existen líderes que se enfrentan al riesgo, a no crear comunidad y permanecer en un ecosistema débil, a la incapacidad de adaptarse y de aplicarla seriamente. Ante ello, hay que sumar inteligencias, que la tecnología y el talento humano se complementen, sin olvidarse de que son las personas quienes toman las decisiones. Las personas tienen talento, son empáticas, poseen la experiencia y las capacidades para enfrentar los retos. Una empresa con innovación sostenible ha pasado ciclos con las siguientes fases:
• Inspiración – Una empresa sin creatividad, sin talento, sin ideas no puede evolucionar.
• Exploración – Se debe contar con personas capaces de materializar proyectos en comunidad,
combatiendo el bloqueo mental, compartiendo responsabilidades.
• Escalamiento – El riesgo es algo natural a la hora de tomar decisiones. Hay que capacitarse para saber
cómo tomar riesgos, cómo apoyar el desarrollo de los demás y cómo aprovechar las oportunidades de crecimiento que se presenten.
La innovación es una herramienta para crecer junto a clientes y trabajadores, para ir medio paso adelante de lo que demanda el mercado y la sociedad. Una empresa que innova está al pendiente de las personas, de sus problemas, de sus necesidades e intereses. Ponga las necesidades de sus clientes en primer lugar y su empresa siempre estará medio paso adelante a la hora de buscar resultados.
Una persona talentosa hace todo lo posible para cumplir con los objetivos. Son trabajadores preparados, actualizados, que aceptan desafíos y laboran por encima de sus posibilidades. Son personas que se esfuerzan, son autoexigentes y ofrecen soluciones. Son quienes siempre tienen tiempo para aprender y desaprender y materializar las oportunidades. Todo líder debe tener talento para gestionar a este tipo de personas. Un líder debe establecer lazos de comunicación sólidos, respetar a su gente, encaminarla a crecer juntos. Un buen jefe saca lo mejor de las personas, las empodera, les otorga autonomía y crea procesos de aprendizaje mutuo.
Las personas con talento solo piden un lugar de trabajo agradable y que no los desmotive. Lo complicado para un líder es gestionar el no talento de las personas. Son trabajadores con conocimientos fijos, con pocas capacidades, no dispuestos al cambio. Tampoco están dispuestos a desaprender aquello que no les sirve.
La queja es su principal herramienta para no salir de su pasividad, están cómodos con sus problemas y no quieren cambiarlos. Dirigir a este tipo de personas, motivarlas, implica capacitarlas para que exploren el terreno, miren más allá de sus escritorios y aprovechen las oportunidades para construir otro futuro.
El éxito empresarial tiene que ver con la autoexigencia para ser constante, para lograr pequeños objetivos, para cumplir los plazos que se fijan y no perder la perspectiva. Es comprometerse con el cambio, donde el presente y el futuro se combinan. Se logran resultados hoy y se explora para introducir las innovaciones futuras. El éxito requiere personas dispuestas al aprendizaje y capacitarse desde la experiencia.
“Necesitamos agendas que nos permitan planificar e innovar a la vez. Necesitamos frescura, agilidad y tensión positiva. No podemos ser el spam de nosotros mismos”.
Una empresa exitosa se sostiene en el respeto y la amabilidad, es coherente con sus políticas y valores; mezcla el valor corporativo con el valor social. Quienes las dirigen se ocupan del propósito y el cuidado de los otros. Una empresa practica la flexibilidad para adaptarse a las innovaciones y mantener su competitividad. Se interesa en los grandes proyectos sin descuidar los pequeños detalles. Siempre tiene en el centro a las personas y no las precariza. El cambio lo dictan los clientes y lo aplican los trabajadores con talento, junto a ellos crecen las organizaciones, innovando y poniendo el futuro en la agenda del presente.
• El “nuevo management” plantea la creación de empresas que busquen los beneficios corporativos, el crecimiento de los trabajadores y la mejora de la sociedad.
• Una estrategia consistente es aquella que liga las ideas empresariales con el talento de los empleados.
• Un buen líder orienta a las organizaciones hacia el futuro, define la visión corporativa y crea oportunidades para cumplir los objetivos.
• La cultura de una empresa consistente se basa en el trabajo en equipo y en la disposición a la innovación.
• La innovación organizacional implica crear nuevos negocios tomando en cuenta las capacidades y talentos de los trabajadores.
• Un buen jefe es aquel que no desmotiva a las personas talentosas, las hace crecer y sabe gestionar la falta de talento.
• El cambio empresarial se dirige con capacidad de adaptación, una dinámica flexible y poniendo en el centro a las personas.
Xavier Marcet, consultor en estrategia, innovación y emprendimiento corporativo, es profesor de la Barcelona School of Management y presidente del Patronato de Gestión de la Escuela de Negocios Euncet.