La vida hoy en día es inestable, insegura y compleja. Las personas se enferman de estrés, van a prisa, saturadas de información y carentes de canales de comunicación. La resiliencia es una herramienta que se mira con rareza, a pesar de su eficacia para enfrentar la derrota. Ninguna persona le dice a otra que es alguien increíble y cada quien sobrevive como puede con sus miedos, depresiones y soledades. En este libro, escrito por el experto en liderazgo y salud emocional, Neil Pasricha, se encuentran las claves para tener confianza, aprender a gestionar los fracasos y alcanzar las metas.
La sociedad actual es volátil, incierta y compleja, aspectos que en ocasiones las personas no saben enfrentar ni superar. La resiliencia es una herramienta para impulsarse y que cada quien se proyecte hacia el futuro en busca de su bienestar.
La resiliencia es un arma eficiente para encarar el fracaso y los momentos de cambio. Es complicado tomar la decisión de seguir el camino, en particular cuando se fracasa, pero cambiar la puntuación, contarse historias diferentes y saber el sitio que se ocupa capacita para alcanzar las metas.
“A veces, lo mejor que puedes hacer es aprender a añadir puntos suspensivos… y seguir adelante”.
Agregar puntos suspensivos a la vida es abrirse camino, es un modo de estimular la mente y pisar territorios no imaginados que despiertan la creatividad y las ilusiones. Ello implica comenzar la lucha, cambiar de trabajo, tener un nuevo jefe, modificar la manera de hacer las cosas o transformar la rutina diaria para nutrirse de una nueva fuente que traerá nuevos conocimientos, nuevas emociones y nuevas opciones para tomar una elección.
Cuando alguien fracasa, una forma de salir del hoyo es decirse en voz alta la palabra todavía, en lugar del yo no puedo. Así se transforma el discurso negativo en positivo, sin importar que no lo hayan contrataron las diez empresas a donde mandó su currículum.
La vida sigue, con puntos suspensivos y hay otras oportunidades, otros caminos. Todavía puede contratarlo la empresa quince o veinte de las que se propuso. Decirse todavía es desarrollar la resiliencia y descubrir el rayo de luz que brilla en el fondo de la oscuridad.
El fracaso es una actitud que provoca que las personas pierdan su poder personal y se reprochan a sí mismas que no hacen bien su trabajo, que no tienen el talento ni la capacidad esperada por sus jefes. La autoflagelación es una actitud característica de quienes se pasan la vida sintiéndose fracasados. Es esa postura en la que se desea ser el trabajador más capaz de la oficina, pero se cree que los resultados no son los esperados. Es una imagen propia falsa que la mente se hace por el miedo a continuar, a levantarse para volver a caer.
Fracasar es el riesgo que se corre cuando se intenta algo. El peligro es no superar el tropiezo. Las personas increíbles, quienes ganan en grande, son aquellas que en su historia personal tienen enormes fracasos o han caído más hondo que los no triunfadores.
El fracaso se encara hablando sobre él, compartiéndolo con las personas cercanas, pidiendo ayuda. Hable de sus malos ratos, de la inversión perdida, del proyecto que se desvaneció días después de ponerlo en marcha.
Eso lo humanizará, generará empatía entre quienes lo rodean y se encontrarán rutas para obtener el éxito.
Mire a su alrededor, despeje su mente de las preconcepciones negativas sobre su persona y elimine su actitud sesgada por el “efecto spotlight”, ese sentimiento de que las personas lo juzgan, lo minimizan, lo vigilan con severidad. Practique la paciencia consigo mismo, tolere sus malos ratos, sus errores y fomente su creatividad. Cambie el enfoque con el que se mira a sí mismo, sea resiliente, cálmese.
Las personas en algún momento de su vida colisionan, fracasan y sienten que caen en un pozo sin fondo. Es el momento de encontrar la energía y la voluntad necesarias para seguir adelante y mirar la propia vida de otra manera. Es momento de tomar el fracaso como una “escalera invisible” que conduce hacia el futuro. No es fácil hacerlo. Hay que confiar en sí mismo y en alimentar esperanzas de que el fracaso es un proceso, un momento que dejará un aprendizaje.
La vida de cada persona es una escalera y si se mira hacia atrás, si se vuelve al principio, se pueden contar los peldaños subidos para llegar al lugar donde se está. Cuando la vida no marcha bien, las personas tienden a verlo como el final de todo. Sin embargo, no es más que una ilusión. El fracaso deja lecciones e impulsos para llegar a un lugar mejor.
Lograr el éxito es más fácil cuando se hacen a un lado las probabilidades de conseguirlo y se fija la vista en el reto de imaginarlo. Superar el fracaso requiere cambiar la actitud, la rutina, los horarios y las palabras que cada quien se dice a sí mismo. Así que puede empezar un blog en sus ratos libres, conocer otro tipo de gente, hacer nuevas amistades, ir por un café o al gimnasio.
Contarse historias negativas es un camino fácil para la mayoría de las personas. Se gestan historias catastróficas, de culpa, ligadas a la vergüenza de no sentirse digno ni capaz de ejercer una tarea. Es una elección aferrarse a esa historia donde se hurgan los “pantanos del alma” para imponerse humillaciones y aflicciones. Sin embargo, la mayor parte de las historias que se cuentan las personas están distorsionadas y ahí radica la importancia de contarse otra historia. Cambiar de enfoque no es una tarea sencilla. Implica mover la lente, inclinarla hacia otro lado. Quizá hasta cambiar de lente. Para tomar distancia de los malos momentos y recontextualizar esas historias avergonzantes, puede tomar las siguientes acciones:
• Valoración personal – Evalúe cómo se siente, lo que piensa del presente y el futuro, ponga en valor la experiencia y no minimice sus talentos para seguir adelante.
• Solución del problema – Analice cómo podría resolver el problema que tiene, encuentre esa luz al final del túnel para librar la oscuridad.
• Contar otra historia – El cerebro humano es capaz de imaginar infinitas posibilidades y futuros, pero si se le alimenta con historias negativas pasará lo contrario.
A ello se le pueden agregar tres acciones con las cuales la mente tendrá la capacidad de construir otra historia. Primero, preguntarse si las lamentaciones del presente importarán cuando esté en su lecho de muerte. Segundo, la mejor manera de enfrentar el fracaso es asumir que se pueden hacer muchas cosas para salir de ahí. Y, tercero, elimine las historias que le provocan un sufrimiento banal, porque el cerebro necesita hacer un hueco para recibir las historias diferentes.
Ante el caos y el ruido colectivo, las personas requieren de un “método de confesión contemporáneo”, un sitio donde se puedan iluminar las ideas, un lugar en el cual procesar los problemas y el sufrimiento antes de que se conviertan en una montaña de oscuridad. Un sitio donde se cura la vergüenza, la desconfianza y se borra cada pensamiento negativo que impide volver a intentarlo.
“La confesión es una forma de liberación mental, pero tiene más que ver con un procesamiento reflexivo que con una lata de cola previamente agitada”.
Cada mañana saque a la luz lo que le genera conflicto y desmotivación, repítase que está bien, que camina hacia el destino que se fijó y que es una persona con talento y apta para enfrentar cualquier reto. Dejar de lamentarse estimula el contentamiento y la felicidad; tener consciencia de los lamentos da una oportunidad para librarse de ellos.
Hable en voz alta de lo que quiere liberarse, agradezca por lo que tiene o logra y apunte en una libreta aquellas tareas en las que debe concentrarse. Es una garantía de éxito porque se reconoce el padecimiento, se le procesa, se le examina y se busca una salida. Darle frescura a la mente mediante la conversación con alguien más o sí mismo ayuda a sacar a la luz lo que causa mal y superarlo.
Para alcanzar el éxito se requiere paciencia y saber que algunas cosas necesitan tiempo para materializarse.
En ocasiones, el paisaje parece desolador, de derrota. Es cuando se debe recordar que perder no es malo, que para alcanzar las metas se requieren muchas pérdidas, muchas caídas y acumular mucha experiencia.
Cuando sienta que las cosas no marchan bien, evalúe la cantidad de conocimiento que está adquiriendo, para lo que servirá en el futuro y si es posible mantenerse en ese trayecto por algún tiempo.
Las derrotas son tierra fértil para lograr triunfos, y hay tres cosas claves para acelerar el índice de fracasos:
1. Asista a fiestas – Conocer gente, explorar nuevas oportunidades y cosas es una oportunidad para que surjan ideas y asumir riesgos nuevos.
2. Guardar presupuesto–Destine una parte de su recurso para financiar sus fracasos. No es una inversión sin retorno, porque tras cada caída se aprende algo nuevo.
3. Cuentesusfracasos–Hacer estadística con las pérdidas es revisar lo que se aprende, la resistencia, la voluntad y la resiliencia forjada en los malos tiempos.
Las personas increíbles son capaces de imaginar el producto final y por eso no se detienen, sus ambiciones sostienen a sus habilidades. Lo intentan. Fracasan. Buscan ser mejores. Saben lo que quieren, hacia dónde van y en qué lugar del trayecto se encuentran. No dejan de aprender. Dan sin esperar nada a cambio y no se espantan ante una caída. Son conscientes de que entre más pierdan, más ganarán. Se apasionan con lo que hacen y aceptan el esfuerzo y el castigo.
A las personas exitosas hay que mirarlas como quienes son capaces de mantener el paso a pesar de los tropiezos. Porque la hipertrofia, esas pequeñas derrotas y rasgaduras, las vuelve más fuertes.
A veces se busca el empleo mejor pagado, el que tiene más fama, estar en la empresa de moda. Es posible que se tenga suerte y se disfrute de un trabajo que va a ritmos acelerados e inhumanos y, además de dinero, genera mucho estrés, tareas que nunca finalizan y no deja tiempo libre para ocuparse de la vida personal. Es preferible y más sano tener una historia laboral con una empresa pequeña, donde nadie quiere estar, donde hay trabajo real por hacer y problemas auténticos por resolver.
“El mundo necesita talento y trabajo duro para resolver sus problemas, así que las personas talentosas y trabajadoras tendrán infinitas oportunidades”.
Las personas que laboran en una empresa pequeña tienen una mejor opinión de sí mismas, su autoestima es alta, encajan en un grupo, donde no importa ser el mejor, sino en resolver los pendientes. Tener consciencia del tipo de estanque donde se nada permite valorar las capacidades personales, se es amable, las exigencias y las presiones están equilibradas por las aptitudes. Empezar por un estanque pequeño es el punto de partida para convertirse en una persona increíble y ascender hacia el éxito.
Las personas están saturadas de información, de redes de comunicación y hacen más cosas que a mitad del siglo pasado. Les cuesta desprenderse de los demás, lo que merma su creatividad, las posibilidades de superar sus propios límites y ya no asumen riesgos. La productividad y el progreso obsesionan a la gente: cuentan sus pasos, sus horas de sueño, crean dietas y atesoran sus pensamientos negativos. Elaboran estadísticas de la mediocridad y se desocupan de ellas mismas. Uno de los requisitos para ser una persona increíble es desprenderse de todo esto, desconectarse del ruido del mundo y de su ritmo agobiante.
“Necesitamos encontrar nuestro espacio. Un espacio adonde podamos huir. Un espacio donde podamos procesar. Un espacio donde podamos reflexionar. Un espacio donde podamos salir de cubierta y ocupar la silla del capitán, para asegurarnos de que nuestro barco llega a buen puerto”.
Tener “días intocables” es una ardua tarea, pero son necesarios para tener una vida profesional exitosa, cuidar el tiempo y tener una salud mental estable. El primer paso es fijar uno de estos días en la agenda mensual, donde se deje claro que se estará ausente para todo y para todos. Un día ausente conlleva a dedicarse a una sola tarea, donde la mente fluye, se llena de nuevas ideas y encuentra maneras de cambiar de foco. Puede ser ir al gimnasio, estar todo el día viendo películas, ir a un bosque, meditar, cambiar de ambiente durante esa jornada. Posiblemente surjan excusas, urgencias, reuniones imprevistas o no hay un verdadero deseo de desconectarse. Valore si la emergencia es real, si la reunión es necesaria y convénzase de que necesita días para relajarse.
La resiliencia se crea añadiendo puntos suspensivos a la historia, al cambiar de enfoque y al ver las derrotas como peldaños para llegar a una meta. Practicarla hace fácil la vida de cada persona y de quienes lo rodean.
No rendirse implica estar dispuesto al cambio, al crecimiento continuo, a aprender a lo largo del tiempo.
Facilitar las cosas a los demás y a uno mismo y no rendirse es vivir con generosidad. No se trata de renunciar a los valores ni a las tradiciones, ni cambiar de principios o renunciar a los objetivos, sino de ayudar a los
demás sin que a usted le cueste mucho, ya sea en energía física o mental, en recursos o dinero.
Las personas increíbles enfrentan los fracasos con la capacidad de ver lo que les rodea, aprenden de ello y prueban nuevos pasos. No se rinden y desarrollan momentos mágicos haciendo cosas fáciles hasta en proyectos de los que nadie espera nada. Porque cada sendero es una oportunidad para hacer contacto con alguien y aprender de desconocidos.
Las personas increíbles solo conocen un camino: ir hacia adelante. Se preocupan por lo que es importante, lo esencial. Cuando se esfuerce, cuando haya una piedra enfrente de usted, cuando pierda el trabajo, cuando se abra una puerta, no se rinda y vaya hacia adelante.
• Las personas increíbles añaden puntos suspensivos a sus historias de vida y siguen adelante para materializar el éxito.
• Las personas increíbles también sufren derrotas, pero perciben y encaran el fracaso desde otro enfoque.
• Cualquier fracaso solo es un peldaño para ascender hacia una vida futura increíble.
• Elija contarse otra historia cuando la frustración y la negatividad le acorralen.
• Platicar con alguien más sobre los problemas y sufrimientos es una manera para curarse y enfrentar los fracasos.
• Convertirse en alguien increíble requiere acumular pérdidas y nuevas experiencias a lo largo del tiempo.
• Busque un trabajo donde nadie quiera estar y se requiera resolver problemas reales.
• Reserve días en su agenda para desconectarse de lo que lo rodea y despejar la mente.
• La resiliencia implica hacer fáciles las cosas para los demás y no rendirse en ningún momento.
Neil Pasricha, escritor, empresario y podcaster, es especialista en temas de liderazgo, resiliencia, alfabetización, confianza y salud emocional. En 2015 fundó el Instituto para la Felicidad Global.